Por César Gabler
Una serie de cuarenta y siete perfiles metálicos unidos y distantes entre sí en una sucesión dinámica, como una curva ascendente y liviana, como un fuelle cromado desplegado de improviso; es “Legatum”, la última escultura pública de la artista Angélica Echavarri. La artista, ya veremos por qué, tomó como unidad, la versión abstraída del ala de un ave. Con sutiles variaciones la repitió, con intervalos regulares, hasta generar un volumen virtual. El espacio que separa a cada una de las secciones, permite ver a través de la obra, y adivinar parte de su estructura y del verde jardín que la rodea. Algo cinético asoma en su efecto y su creación. Estamos obligados a rodearla para hacernos una idea completa de la estructura laminada. Porque la forma del ala, casi repetida, parece como una secuencia de animación tradicional. De esas en que cada dibujo era cuidadosamente calcado -con un sutil cambio de posición- para conformar el movimiento de la expresión o las extremidades del personaje.
Ala de ave o ala de ángel, según las convicciones del espectador. Por ahí asoman Muybridge y los futuristas y también, efectos de la curvatura y el brillo metálico que emana de la escultura, el mundo de estructuras paramétricas desarrollados por Frank Gehry.
- TÍTULOLegatum
- FECHAFebrero 2023
- UBICACIÓNUniversidad de los Andes, Santiago
- MATERIALAcero Inoxidable
- DIMENSIONES3,00 mts x 8,60 mts x 4,39 mts
Quien vea la obra, inadvertidamente, podría pensar en el universo de la ciencia ficción. Las curvas evocan la velocidad de las naves, el brillo de una coraza espacial, las formas fantásticas de esos futuros que nunca fueron. Por el contrario, la inspiración de la artista fue la vida y obra de Monseñor José María Escrivá de Balaguer, fundador de Opus Dei canonizado por Juan Pablo II el año 2002. Invitada a participar de un concurso escultórico dedicado a la figura del religioso convocado por la Universidad de Los Andes, Angélica Echavarri – la ganadora- resolvió su obra, a partir de una serie de ideas concisas. El vuelo como metáfora de trascendencia. La idea de legado, como la extensión en el tiempo de una idea. Formulaciones muy precisas que tomaron cuerpo.
Una imagen artística puede ser el producto de una observación detenida, de una compleja acumulación de datos o hechos-como ocurre en algunas obras de carácter post-conceptual o casi por el contrario, el resultado de una apretada síntesis hecha imagen. Es el camino que emprendió Angélica Echavarri al resolver esta pieza. No hay, por lo demás, recetas infalibles. No es fácil, sintetizar la vida y pensamiento de una figura pública, como Monseñor Escrivá de Balaguer. Un personaje tan reverenciado como resistido. En vez de emprender un monumento al uso, retratando al religioso de manera más o menos fidedigna o laudatoria, la artista optó por una imagen que sintetiza un ideal de elevación que es tan universal como el lenguaje plástico.