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Entrevista a Paz Castañeda

05 de marzo de 2021

Paz Castañeda (Lota, Chile, 1965), finalista en la primera versión de la Beca Fundación Actual MAVI 2018, es Licenciada en Bellas Artes, Universidad Arcis (Santiago) y en Periodismo en la Universidad de Chile (Santiago).

Su trabajo se basa en el uso de pintura mimética o realista, para enfrentar temáticas relacionadas a la figura humana y al paisaje contemporáneo, con el objetivo de estimular al espectador en la reflexión sobre su entorno. En esta búsqueda, Paz Castañeda crea paisajes en ruinas, vistos como una transición entre lo humano (la arquitectura) y lo no humano (la naturaleza), donde las condiciones naturales asimilan y transforman construcciones abandonadas en nuevas realidades orgánicas.

De manera paralela a esta línea de creación, en los últimos años se ha dedicado a la ilustración botánica, y especialmente a la flora nativa chilena.

¿Cómo definirías tu trayectoria artística hasta ahora?

La verdad es que por haber estudiado arte más tarde (a los 28 años) y por haber hecho mi primera exposición individual a los 35, estoy en una situación extraña. Por edad debería estar en otra clasificación, pero por inicio de exposición pública estoy en mediana carrera. Además, por razones de salud, hubo tiempos en los que suspendí mi trabajo.

Ese descalce ha tenido un efecto. Por un asunto de madurez -supongo- a mis 55 años ha dejado de interesarme estar vigente en el circuito artístico y solo me interesa hacer lo que me motive en el presente. He dejado de proyectar mi trabajo al futuro, pensando en estrategias. Me limito a hacer obras y difundirlas en las redes sociales y ya no me interesa posicionarme en el medio.

¿Cómo definirías la “mediana carrera”?

Como una etapa intermedia, donde hay un reconocimiento del medio artístico hacia el trabajo, se cuenta con un currículum de exposiciones, docencia y premios (Fondart incluido). La diferencia con los consagrados probablemente dependa de la figuración internacional (bienales, ferias, exposiciones fuera de Chile) y del consenso entre el circuito comercial (galerías y coleccionistas) y no comercial (curadores, museos) respecto a la importancia de la obra de un artista.

¿Cuál es tu mayor desafío en esta etapa de tu carrera? ¿Qué significa para ti ser parte de una generación que está atravesando la mediana carrera en este momento histórico? (es decir, no sólo hoy en día en el contexto de la pandemia, sino un paso desde el XX al XXI siglo, el avance tecnológico, los cambios y movimientos sociales, etc)

Mi mayor desafío es la autonomía. Cada vez me interesa más no depender de la institucionalidad artística para hacer mi trabajo. Me gusta la idea de crear, difundir y vender por mi cuenta. Eso da una libertad muy estimulante que permite trabajar en cualquier formato (cuadro, reproducción, libro, lo que sea que me interese en el momento) sin pensar en cómo va a circular la obra en el medio artístico.

En ese sentido ha sido relevante la contingencia para llegar a la conclusión de que la autonomía es posible. La clausura obligada de los espacios por la situación sanitaria demostró la fragilidad del medio. Las galerías y museos cerrados afectaron porque las exposiciones quedaron suspendidas (de hecho, una exposición mía en la Pinacoteca de la Universidad de Concepción está pendiente) pero la visibilidad de los artistas continuó e incluso se acrecentó con la realidad online. Las redes sociales se han ido convirtiendo en un espacio de difusión de obras más interesante que los espacios expositivos convencionales, ya que ahí es posible alojar procesos (que no son vistos en las exposiciones) y cualquier búsqueda, por pequeña o insignificante que sea, que hagan los artistas.

El formato digital permite además hacer publicaciones independientes, que no requieren presupuesto y que dan la libertad de trabajar en distintos registros (incluyendo texto e imagen, por ejemplo).

La exposición online no requiere de mediadores entre el artista y el espectador, no sólo no se necesitan los espacios físicos, sino que se puede prescindir de toda la institucionalidad asociada al trabajo artístico (curadores, teóricos y medios de comunicación).

Esa realidad es muy distinta a la que conocí cuando empecé, cuando era necesario asociarse a personas e instituciones que permitieran inscribir nuestro trabajo en un determinado circuito. Eso obligaba a un lobby cortesano que se me hacía difícil y hasta desagradable.

La libertad actual es muy positiva en momentos en que la contingencia social genera nuevos temas para los artistas, quienes pueden difundir sus ideas en espacios propios (en las redes sociales), donde pueden elaborar visualmente sus discursos sin las restricciones que podrían enfrentar al instalar sus obras en espacios públicos con criterios editoriales que podrían censurar o limitar el trabajo.

¿Cómo describirías la relación actual entre el público espectador y tus obras?

Se ha acrecentado el interés en mi trabajo por la difusión que hago a través de las redes sociales. Creo que hay mucho interés en el tema que estoy trabajando actualmente que es el arte botánico. A través de él estoy investigando y difundiendo la importancia de las plantas en la vida humana y la necesidad urgente de valorar la dependencia ecológica que tenemos con ellas. Además, me interesa específicamente el tema de las plantas nativas, que cada vez es más importante para la gente.

¿Qué importancia crees que tiene el arte para un país?

Me parece un poco pretencioso tratar de responder esta pregunta. No me gustan las defensas gremiales que tanto han aparecido en el último tiempo, porque no creo que los artistas seamos personas muy especiales que tengamos que ser preservadas como si la reserva moral de un pueblo residiera en nosotros.

Para mí el arte es una forma de pensamiento y como cualquier forma de pensamiento puede conducir a investigaciones y reflexiones valiosas que generen conocimiento. Pero también puede que no lo haga. Así que la importancia del arte para un país es la misma que tienen otras formas de pensamiento (como la ciencia, la filosofía o las ciencias sociales).