Por César Gabler
El ornamento y la decoración fue para los modernos un enemigo a doblegar. Ornamento y Delito, el célebre ensayo de Adolf Loos dibujó- a principios de siglo- la línea argumental para quienes quisieron despreciarlo. El purismo formal se apoderó de los modernos, pero no consiguió-sin embargo-eliminar el gusto por el ornamento. Y aunque se negaran a describirlo en esos términos, la obra de muchos pioneros de la abstracción puede leerse como un conjunto organizado de patrones decorativos. La producción de Pascuala Lira, se nutre de ellos. Abstractas en su mayoría, las pinturas e instalaciones de la artista -formada en la Universidad Finis Terrae, combinan toda clase de formas decorativas de un modo que traiciona deliberadamente su función y sentido original. Vandalizadas con delicadeza, la amplia colección de ornamentos que la artista recopila y reinterpreta en su vasta producción parece hablar de un mundo en ruinas, de un pasado que fue y cuyo ethos, llega a nosotros como vestigio. Pero es, sobre todo, la materia que le permite investigar la naturaleza de la imagen y del medio que ha elegido para expresarse…
Pascuala, partamos por una pregunta básica, pero necesaria ¿Cómo llegaste a la pintura?
Siempre me ha interesado la pintura como medio. Tiene la cualidad de que su proceso de trabajo no requiere grandes infraestructuras ni inversiones, los tiempos son los que uno determina según la necesidad que tengas, es muy flexible. Creo que es un medio honesto, sin pretensiones, pero puede a su vez, mostrar algo gigantesco y complejo.
¿Identificas etapas en tu proceso artístico?
Mi proceso de trabajo es bastante dispar. Hay ocasiones en que la obra aparece de manera rápida, precisa y otras que son trabajadas bajo cierta pesadez. Donde el proceso es lento y pausado. Pero las dos formas se complementan, sin la investigación de una no habría manera de que apareciera la otra. Para mi pintar es hacer que coexistan elementos que están en conflicto, es ir resolviendo problemas formales y construyendo imágenes que se mantengan por si solas. En el esfuerzo constante por abarcar las torpezas y virtudes propias, surgen obras que nacen a partir de cosas cotidianas y experiencias.
Para los artistas puede llegar a ser insultante que se los considere decorativos. Tú en cambio trabajas con eso y lo conviertes en la materia central de tu trabajo… ¿por qué?
En cierta medida esto responde a trabajar con humor la imagen, a no tomarla muy en serio y jugar con las jerarquías de esta misma. En mi caso, la decoración se genera por la repetición de patrones o formas sin una noción de importancia. A veces, los gestos son mínimos o muy recargados, pero busco en el fondo el mismo efecto. Son formas sugerentes que transitan entre lo figurativo y lo abstracto, son marcas, juegos de plano y profundidad.
Cuéntame de tus exposiciones más recientes, partiendo por la de Tim. ¿Qué te ha inquietado en el último tiempo?
Tuve una exposición a fines del año pasado en la galería Collectio, donde la idea principal era hacer un continuo de pinturas superpuestas. El montaje consistía en un biombo de paneles pintados que recorría la sala. Este cambiaba la arquitectura del lugar y encima de los paneles habían pinturas de distinto formato que calzaban, en algunos casos, con la pintura de atrás, y en otros momentos se despegaban como obras aisladas. Haciendo un solo cuerpo entre pinturas en tela y el panel del fondo.
En esta exposición en Tim quise hacer todo lo contrario. Fui seleccionando pinturas y dibujos que tenía en mi taller y que sentía fueran objetos únicos. Quería que cada uno tuviera su particularidad y se sostuviera solo. Así el montaje respondió también a esa lógica; de mostrar trabajos que, a veces pertenecían a una serie, pero que quedaron separados de esta y ahora se muestran en un conjunto diferente con otros trabajos generando una conversación entre ellos.
El diálogo aparece siempre en tu trabajo, con el espacio expositivo- como tu muestra en el Museo de Artes Decorativas o entre las formas elegidas para resolver tus pinturas. ¿Cómo decides las formas en las que combinar esos elementos y qué lecturas haces de esa mezcla?
Las referencias que tengo de imágenes y la manera de llevarlas a cabo es bastante azarosa. Responde a las cosas que me voy topando, a objetos cotidianos, donde a veces puedo hacerles un zoom o repetirlos incansablemente. Jugando con la composición, busco que se genere un dialogo entre la formal, el color y la investigación de lo puramente pictórico. Persigo también referentes que empujen la imagen al límite de incomodarme, de sorprenderme y de que en cada cuadro se reúnan en conjunto todo lo anterior.
Es algo que uno percibe en la obra, sin embargo, el control aparece de modo evidente en el color…
El color lo pienso como una parte fundamental de la investigación visual. Es una negociación entre cantidades, superficies, entre pesos, densidades y combinaciones. Lo pienso como una herramienta que va construyendo y destruyendo la imagen con sus sorpresas y sus contradicciones. La paleta de color responde a ciertas ideas que se generan cuando algo me llama la atención, con lo que me rodea, para después editarse en la pintura. Va mutando y cambiando hasta encontrar lo que estaba buscando
¿Y qué buscas?
Hay cosas que se repiten en la imagen, cosas cotidianas como telas o papeles arrugados, Pero siempre estoy tratando de encontrar nuevas formas y marcas. En este minuto estoy preocupada de las capas, que una pintura tenga cierta cantidad de niveles de profundidad, o de frentón no tenga ninguna, que sea totalmente plano. Moverme en esa dualidad es en lo que estoy ahora.