“Muros de luz es una mixtura entre pasado y presente. Recojo estos antecedentes arqueológicos y arquitectónicos y los replanteo: llenos versus vacíos, intervalos de luz vertical entre piezas y bloques compactos de sostén. Una composición donde lo natural – acentuada por la conservación de la rugosidad de las rocas extraídas en canteras de Calama – y lo tecnológico, que se manifiesta en el aserrado, dimensionado, pulido y acotado de los cubos, coexisten en la obra”. Vicente Gajardo
Muros de luz es la monumental obra de carácter instalativo del reconocido escultor chileno Vicente Gajardo, proyecto con el que se adjudicó en el año 2012 el concurso organizado por la comisión Nemesio Antúnez del Ministerio de Obras Públicas de Chile para dar vida a una creación a ser emplazada en el norte del país, más específicamente en la Ruta 5, en el tramo Vallenar-Caldera, a 2 kilómetros de Copiapó. La pieza se ha convertido en una de las más importantes en la carrera del artista, y no solo por sus dimensiones e imponencia en el paisaje en el que se aloja, sino porque además representó un cambio tanto en las formas como en la conceptualización y contextualización del trabajo.
Más de 30 bloques de líneas rectas configuran Muros de luz, donde algunos permanecieron totalmente sólidos, y otros fueron vaciados dando lugar a gruesos contornos permitiendo que las estructuras dejen pasar la luz y el viento, dando así un contrapunto entre las porciones macizas y livianas. Y es que el entorno fue primordial para su origen, al ser el espacio el puntapié inicial y el que finalmente completa la obra a través de la interacción entre sus elementos peculiares y las rectas siluetas. Además de considerar el paisaje como base y casi material que rodea a la conformación, Gajardo se sirvió de nuevos procesos para trabajar el mármol travertino extraído de una cantera en Chiu Chiu. La roca casi translúcida fue esculpida con la menor intervención humana, siendo tallada principalmente con maquinaria operada por trabajadores de una minera guiados por la instrucción de no romper la piedra con la que Gajardo hace referencia a las huellas arquitectónicas del norte grande chileno y sus pueblos originarios, evocando a chullpas de piedra y adobe, pukaras, viviendas y construcciones mortuorias, considerando además en su elección el que es un elemento propio del lugar y capaz de contener el marco natural y cultural, y con ello su propia luminosidad.
- TítuloMuros de luz
- Fecha2012
- UbicaciónRuta 5, tramo Vallenar-Caldera a 2 kilómetros de Copiapó
- MaterialMármol travertino
- DimensionesAlto 850 cm / Largo 2200 cm / Ancho 550 cm
La insistencia e iteración de los módulos generan un ritmo que se vislumbra en el árido horizonte y que se dispone como una escultura capaz de soportarse a sí misma al estar los bloques de mayor peso adheridos a su base, y a su vez, a estos se les unen los bloques vacíos superiores. Esta disposición y organización del mármol, el volumen y las formas, y sobre todo el espacio que otorga la infinita generosidad de la naturaleza y la luz, propician el acercamiento con el espectador que en este caso es principalmente un automovilista, a quien se le invita a actualizar su mirada y relación con los semblantes de la cultura prehispánica de la zona.
Al artista nacido en 1953 en Tomé y licenciado en arte por la Universidad de Concepción se le identifica por su trabajo en madera, granito, mármol y basalto, y su obra abarca desde la escultura en espacios abiertos y públicos hasta piezas de menores dimensiones que pueden ser dispuestas en espacios más íntimos o cercanos. Vicente Gajardo puede transitar por esos diferentes contextos al tratar temáticas universales y comunes para el alma y sensibilidad humana, buscando vincular el cosmos y el hombre, ese lazo que está en permanente fuga en nuestra existencia. Privilegia la síntesis y la pureza que forman a través del esculpido de líneas simples y directas, dirigidas y organizadas por sus técnicas que permiten esa austeridad deseada. En el último tiempo se ha dedicado al estudio del espacio en relación a fundamentos arquitectónicos y urbanos, teniendo como foco lo que sucede justamente entre la obra y el espacio creado por ella. La deconstrucción volumétrica la ejecuta principalmente en piedra que extrae de las canteras aledañas en Doñihue, Sexta región, donde actualmente vive.
Para él una creación a ser insertada en un espacio compartido debe presentar tanto características tangibles como culturales propias del lugar de emplazamiento, y un respeto por ese mismo espacio y los elementos que le circundan, ya sean urbanos o naturales, lo que permite conectarnos y despertar sentimientos de apropiación y pertenencia.