Por César Gabler
El recién inaugurado Museo de las Telecomunicaciones de Valdivia (MUT) es un proyecto, que promete “un viaje por la evolución de las telecomunicaciones, su impacto en las personas y en nuestras historias”. Pensado para educar a través de la interacción, el Museo -junto a una cuidada museografía- ofrece no solo un cúmulo abundante de información, también experiencias. Lectura, observación, y claro, acción. Como muchos espacios de este tipo, hace suya la idea -incuestionable a estas alturas- de que se aprende haciendo y activando cosas. Entre otras, una escultura de Benjamín Ossa: “Mi Forma, Mi Expresión”
Ossa, pese a su juventud, ya tiene una experiencia sólida detrás de proyectos artísticos que salen del circuito museal o galerístico. Desde una obra en La Habana a una pieza instalada en la Autopista Central, el artista persigue -en cada uno de sus proyectos- una relación lo más precisa con el entorno y las condiciones que rodean a sus proyectos: “El asunto es ¿para qué?, ¿cómo?, ¿dónde?” Señala el artista. Su lenguaje se inscribe dentro de la ruta trazada por la abstracción geométrica: Concretismo, Arte Óptico y Cinético son -sin duda- referentes que ilustran una investigación, que pese a sus antecedentes históricos -quizás gracias a ellos- es muy contemporánea.
En Mi Forma/Tu Expresión, la obra instalada en el MUT, Ossa vuelve a ocupar, como ya lo hiciera en la autopista, el espacio cenital, pero mientras la obra de la carretera se activa con la fuerza que genera el paso de los automóviles aquí el público tiene un rol mucho más consciente. Y físico. Deben hacer girar una manivela. Es el espectador quien activa el mecanismo de cadenas que mueve las placas semicirculares que componen la instalación cambiando los colores y composición del conjunto.
Alexander Calder convirtió el movimiento en la escultura en un género. Sus piezas más populares, composiciones compuestas por placas metálicas y varillas de alambre tomaron el nombre de “móviles” e instalaron como marca del artista una condición que parecía ajena a la escultura tradicional. De paso abrieron un mundo de formas colgantes e inquietas a entera disposición de padres diligentes e infantes estimulados. Pero aquello es solo una verdad a medias. Porque el movimiento en la escultura, de la mano de juegos de agua y pasatiempos mecánicos ocuparon en partes iguales el ingenio técnico y el ilusionismo plástico de connotados artífices -Leonardo Da Vinci de seguro fue el más famoso de ellos- y ofrecieron a los espectadores de los siglos XVI, XVII y XVIII piezas volumétricas dotadas de acción, a veces con un comportamiento tan mágico, como inquietante.
Crédito fotografías: Emilia Duclos
- Título“Mi Forma, Mi Expresión”
- Fecha2019 - 2022
- UbicaciónMuseo de las Telecomunicaciones de Valdivia (MUT)
La obra de Benjamín Ossa, en el contexto de un Museo dedicado a las tecnologías, enlaza con aquella tradición, aunque sea en sus formas más elementales: “las tecnologías que ocupo en mi trabajo son bastante básicas para el contexto actual hiper tecnológico… digo tecnologías básicas al uso de poleas y rodamientos o cortes y pliegues ejecutados con maquinaria industrial”
En esta obra de Ossa, el espectador manipula la obra como lo haría con un aparato de tracción manual. La fuerza física debe aplicarse para mover la obra, activando su mecanismo y de paso alterando la configuración del diseño. El conjunto de semicírculos tiene una paleta en consonancia con el lugar, la obra, desde ese punto de vista, no busca un protagonismo excesivo, es una pieza más en el conjunto de artefactos y parece jugar deliberadamente con la idea de arte y pedagogía.