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Los grafitis de Bogotá, una pasión frenética

18 de marzo de 2021

“Es difícil imaginar hasta qué punto se vivía entonces a la sombra de la poesía. Era una pasión frenética, otro modo de ser, una bola de candela que andaba de su cuenta por todas partes. Abríamos el periódico, aun en la sección económica o en la página judicial, o leíamos el asiento del café en el fondo de la taza, y allí estaba esperándonos la poesía para hacerse cargo de nuestros sueños. De modo que, para nosotros, los aborígenes de todas las provincias, Bogotá era la capital del país y la sede del gobierno, pero sobre todo era la ciudad donde vivían los poetas”.

Gabriel García Márquez

Así es como el maestro del realismo mágico habla de Bogotá, la ciudad de la poesía, una ciudad con una larga historia y rica de tradición y arte, y donde la poesía sigue viviendo en sus calles… aunque no siempre en forma de palabras. La pasión frenética se sigue encontrando en la capital colombiana, en los muros y fachadas de las casas y edificios, una poesía que ha tomado la forma de los grafitis y murales.

Un movimiento social y artístico que tomó fuerza en los años ochenta, cuando jóvenes artistas y universitarios, inspirados por lo que había pasado en Francia, como Luis “Keshava” Liévano, comenzaron a dejar mensajes en los muros de la ciudad. Mensajes sociales y políticos contundentes, con tinte a veces de humor, otras de denuncia, pero siempre con el objetivo de llamar la atención de la ciudadanía y de sensibilizar a las personas. Grafitis, como poesía extemporánea, que en esa época no tenían adornos, y cumplían con la necesidad de ser leídos por la mayor cantidad posible de personas.

En la década siguiente, se impone una nueva tendencia en el género, caracterizada por la influencia estadounidense y la cultura hip hop, donde los distintos artistas raperos “marcaban territorio” con el nombre de sus agrupaciones. Los grafitis se caracterizaban así por más colores, pero debido a los escasos recursos económicos, muchas veces estos grafiteros no podían comprar materiales y spray suficientes, así que usaban pocos colores o directamente pintaban con pinceles.

El género ha cambiado, evolucionado, y sin duda hay quienes piensan que los de hoy en día están muy lejos de los “grafitis reales”, pero algo que es innegable es cómo la ciudad de Bogotá vive de esta pasión frenética, reflejada en sus muros. Tanto que hoy en día podemos ver la capital colombiana como un museo a cielo abierto. En la zona del centro, especialmente por las calles de La Candelaria, se pueden encontrar grafitis que tienen un estilo surrealista, y otros que hacen referencias a la época precolombina y los pueblos indígenas. Pasando por la Avenida el Dorado, llaman la atención del transeúnte las obras en gran formato que representan la historia del país desde una visión crítica y, al mismo tiempo, reflexiva, sobre la realidad de Colombia. Otra zona donde aparecen murales es Avenida Jiménez, donde predomina la temática cultural. El recorrido puede seguir en la localidad de Puente Aranda, lugar donde se encuentra un sector al que se le conoce como Distritito Graffiti a carrera Séptima, el Centro Internacional, el barrio Tausaquillo, la localidad de Santa Fé  entre otros.

Se cuenta que actualmente hay más de 8.000 artistas urbanos activos en la ciudad, entre los cuales destacan Ledania, Toxicómano, Gris One, Ceroke, Totcat, Saga Uno, Bastardilla, Guache, Erre, Lesivo o DJ LU.

En 2011 el grafitero australiano Christian Petersen, impresionado por la cantidad y calidad de murales presentes en Bogotá, decidió crear una ruta turística que fuera recorriendo las calles de la capital para mostrar estas maravillosas obras a los turistas nacionales y extranjeros. Desde que inició este proyecto, el grupo de artistas que se encarga de realizar las visitas ha incrementado, trayendo más artistas para enriquecer de nuevos grafitis la ciudad y al mismo tiempo para realizar talleres.

Tanta importancia ha tomado este género en la ciudad, que a partir del año 2016 la misma administración pública ha puesto en marcha el programa “Distrito Arte”. En este proyecto se reconoce el grafiti como “un medio para la democratización del espacio público y el acceso al arte y la cultura desde distintas perspectivas”, y tiene el objetivo de favorecer la transformación social, especialmente en los barrios más marginales y deprimidos promoviendo el espacio público como un lugar para la cultura y el arte.

El proyecto además de promover y validar esta disciplina artística pone a disposición y promueve la realización de murales en distintos distritos de la ciudad, avisando de los “Muros disponibles para pintar” y siguiendo la normativa vigente a tal fin.

Los murales en este nuevo siglo han creado una nueva conciencia sobre el espacio público, sobre el poder del arte para para contar historias, generar emociones y permitir el diálogo entre los habitantes de una misma comunidad. Sin duda Bogotá sigue siendo una ciudad de poesía, fruto de una pasión frenética de sus habitantes.


 

Referencias Bibliográficas: