Felipe Mujica: «Me interesa hacer bien mi trabajo y que se pueda vivir de él»
06 de enero de 2021El artista chileno Felipe Mujica es el ganador de la segunda versión de la Beca Fundación Actual MAVI 2020. Vive en New York hace 21 años y ha expuesto en diferentes países de Latinoamérica y Europa. En esta entrevista nos cuenta sobre su trabajo, su experiencia, su proceso creativo y su visión del sector artístico.
¿Cómo definirías tu trayectoria artística hasta este momento?
Mi trayectoria obviamente se ha visto afectada por vivir en Nueva York. Soy de aquí y de allá. Siendo el aquí el norte y el allá el sur. Por alguna razón expongo y trabajo más en Europa que en Estados Unidos. Frecuentemente tengo proyectos en Latinoamérica: México, Colombia, Brasil, Guatemala, Nicaragua, República Dominicana, Puerto Rico y Chile. Para mí es muy importante estar presente allá y, en especial, producir en ese contexto. Mi trabajo es influenciado, afectado y crece gracias a conocimientos, técnicas, situaciones y experiencias “latinas”. Eso lo traslado y muestro aquí en Estados Unidos y en Europa, donde también produzco, pero hay algo fundamental en mantener la cercanía con el origen, el no deslumbrarme. Por algo mi trabajo es básicamente experimental, conceptual y formalmente precario. Es abierto, horizontal, permeable.
¿Cómo definirías la “mediana carrera”?
No me gustan tanto las categorías o etiquetas, pero sí, supongo que estoy en esa etapa que llaman mediana carrera. Es decir, ya llevo 25 años trabajando y exponiendo, que es mucho, pero todavía a medio camino. Una vez un galerista me dijo -en referencia a lo difícil que era vivir del arte-: “estamos en una maratón, esto no es una carrera corta, hay que aguantar”. Aguanté y en esta etapa estoy empezando a cosechar frutos de años de trabajo independiente, autogestionado, y con las debidas incursiones en el mercado y en el circuito institucional. Más que pensar si mi carrera es mediana o algo así, lo que me preocupa es hacer bien mi trabajo, que se valore, que sea relevante históricamente y lo más importante, que pueda vivir de él, no estar preocupado mes a mes. Aunque no lo crean eso sigue pasando.
¿Cuáles son las principales diferencias que ves en el sector artístico chileno y el de Nueva York?
Aquí en Nueva York está mucho más profesionalizado. Hay más oportunidades, espacios, artistas, curadores, críticos, medios, etc. Incluso uno puede vivir del arte sin ser artista, es decir hay una industria, montajistas, fotógrafos, escritores, transportistas, guardias, catering, y es obvio porque es una ciudad donde se mueven enormes cantidades de dinero que surgen del mercado y del valor de las obras. El que sea masivamente más extenso por un lado lo hace más difícil, pero, por otro, creo, también te hace más libre. Por su parte Chile es interesante porque hay espacio para crecer y experimentar. Eso sí, es muy desgastador no poder vivir del arte, o que casi la única forma de lograrlo sea haciendo clases.
Otra gran diferencia, y tal vez la más importante, es la tremenda diversidad de excelentes exposiciones a las que uno tiene acceso. Aprendí y sigo aprendiendo mucho viendo muestras en galerías, museos, espacios chicos y grandes, con mega presupuestos o súper sencillos. Nueva York también es una ciudad donde circula mucha gente, uno está en constante contacto con colegas de todas partes del mundo, y eso lo hace un lugar muy dinámico, te mantiene despierto, alerta, al filo.
Finalmente, el rol que tienen las colecciones acá en Nueva York también es una diferencia importante. Todas están abiertas al público. Si bien las entradas a los museos son caras, por lo general hay días a la semana o al mes donde son gratis o pagas una donación voluntaria. También hay muy buenos programas educativos con escuelas públicas y privadas o con centros comunitarios de adultos mayores. Algo que me molesta en Chile, aparte de los pocos museos que tenemos y que están en constante lucha de sobrevivencia, es que la mayoría de las colecciones privadas son demasiado cerradas, creo que no se entiende la importancia social y educativa que implica tener una colección.
¿Qué significa para ti ser parte de una generación que está atravesando la mediana carrera en este momento histórico? No sólo en el contexto de la pandemia, sino un paso desde el siglo XX al XXI, el avance tecnológico, los cambios y movimientos sociales, etc.
Para mí el fin del siglo XIX y comienzos del XX puede haber sido igual de complejo y avasallador que este cambio de siglo. Obviamente, el uso y la importancia de las tecnologías que se han desarrollado de manera exponencial en los últimos 40 o 50 años no tiene rival. Me acuerdo de mi primer computador personal, el cual compartía con mi hermano gemelo, Nicolás, era un Sinclair ZX-81, de 2 KB de memoria expandible, al parecer, a 16 KB. Los juegos se cargaban con cassetera y era un proceso de varios y largos minutos. La gráfica era prehistórica. Esa lentitud tecnológica creo que me marcó. Era como espacial y terrenal a la vez. Del futuro, pero anclado en el pasado. Que es justo lo que busco de cierta forma en mi trabajo.
Los movimientos sociales siempre han estado ahí y los cambios que han logrado rara vez han coincidido con experiencias desde el arte. Al final, desde el arte somos espectadores y a la vez, a veces, participantes. Yo prefiero participar desde mi trabajo, pero de una forma más sutil, tal vez más refractaria o lenta. El trabajo político y social real se da en terreno, en las poblaciones, en la calle, en los sindicatos, en las escuelas y las universidades. Pretender lograr algo desde el arte me parece de una simplificación y de una arrogancia bastante grave. Se puede, pero hay que ir de a poco, y salirse del espacio feliz y seguro del museo o galería.
¿Qué significa para ti haber ganado esta beca?
Es un paso importante y bonito, que se reconozca tu trayectoria y un proyecto de esta envergadura. Además, mantener un diálogo constante con el público chileno siempre me ha parecido fundamental, con todas las dificultades que implica exponer ahí. La verdad es el sueño del pibe. Imagínense, tener un sueldo por año y medio, luego producir obra e instalar una exposición individual en varios espacios del MAVI. Y como si eso no fuese suficiente voy a tener la posibilidad de diseñar y editar un catálogo, simplemente hermoso, simplemente redondo.
¿Podrías contarnos sobre el proyecto con el que ganaste la Beca?
El proyecto consiste en producir aproximadamente 20 “cortinas” en el contexto de un taller abierto con voluntarios que contactaremos vía diferentes organizaciones vecinales, centros comunitarios y organizaciones de apoyo a migrantes. Las “cortinas” son paneles de tela con diseños/dibujos geométricos pero que son hechos de forma abierta y colectiva. Algunas personas que participen del taller seguramente tendrán experiencia textil. Otros participantes no tendrán experiencia previa y la idea es que el taller de producción se convierta en un espacio de intercambio de conocimientos. Unos enseñan, otros aprenden, incluido yo, y todos trabajamos. Las cortinas así van adquiriendo experiencias y características materiales y formales que le son otorgadas por la gente que las produce. En ese sentido, aunque provienen de una historia o linaje del arte abstracto y geométrico, son obras sociales, crecen y se expanden, de lo formal hacia lo social. Esto también funciona en cómo y dónde son instaladas, en su relación con la arquitectura, con el edificio, con la circulación de gente a su alrededor, con la circulación de aire en el espacio, con la luz del sol que entra por una ventana o un tragaluz. Son obras que utilizan y adaptan a las estructuras sociales de su entorno.
¿Qué importancia crees que tiene el arte para un país?
Es fundamental. Arte entendido como cultura en general, tanto música como poesía o el cine, el teatro, y lo visual, que es lo mío. Nos enseña a ver y entender la sociedad, sus estructuras, su historia, su gente, sus costumbres, de una forma mucho más profunda, no lineal, no cuantitativa. Más apegada a lo incierto, a lo raro, a lo poco explicable.
¿Qué importancia crees que tienen el arte para las personas?
Eso depende. Hay gente que es súper abierta y otra no tanto. Sin embargo, la misión de comunicar y de contar el cuento, de forma simple y directa, es nuestra. Creo que muchas veces son las mismas instituciones, o peor aún, los mismos artistas, quienes hacen el trabajo de comunicar más difícil de lo necesario, más elitista… sobre todo nosotros los visuales. Pero una vez que el mensaje es entregado y recibido a la gente se le abre un mundo súper bonito, desconocido, que puede ayudar a romper la monotonía. Divulgar historias, conocimientos, saberes, choques y encuentros raros. Al final eso es la poesía, la madre de todo. Un gran sin saber.