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Taller Montes Becker, Oficio y Patrimonio

21 de septiembre de 2022

Por César Gabler

Padre e hijo unidos por la escultura. No pude evitar el lugar común, porque Luis Montes Becker, el padre y Luis Montes Rojas, el hijo, han hecho de la escultura, arte, empresa y estilo de vida. La Fundición Montes Becker, fundada en 1987, convierte proyectos -ideas a veces- en obras. En paralelo, restaura piezas escultóricas dañadas. Tan emblemáticas algunas de ellas, como el monumento al General Baquedano, cuyas dimensiones, obligaron al equipo a trasladarse a Cerrillos o contemporáneas, como las esculturas de Roberto Matta para su gran retrospectiva del ya extinto espacio de Telefónica o hace menos años, las del artista británico Richard Deacon, una de las grandes figuras de la escultura mundial, que se sorprendió con el oficio de Montes Becker, para restaurar un daño que parecía irreversible.

Ubicado en la comuna de La Pintana, el taller Montes Becker ocupa una antigua parcela cuya casona es oficina, archivo y depósito de objetos diversos, algunos de gran interés artístico. El lugar conserva las señas de un pasado no tan lejano, pero que ya es historia, algo que adelanta lo que ocurre en sus galpones y dependencias. Las altas estanterías de una de las secciones del taller albergan los negativos de decenas de piezas emblemáticas de algunos de los escultores más relevantes de la historia local. Un archivo entonces, cuyo alcance, puede pasar desapercibido para el visitante distraído. Porque en el taller la actividad es incesante, en plan fragua de Vulcano. Los distintos artífices ejecutan con precisión una serie de tareas que suponen experticia y conocimientos muy precisos: el moldaje, la reproducción en cera, los moldes de fundición y finalmente la fundición, que exige altas temperaturas y un espacio capaz de soportarlas.

Sus instalaciones y la experticia en cada uno de los procesos les han ganado a los Montes respeto unánime. Por eso el taller es permanentemente requerido para llevar al bronce obras resueltas en cera o arcilla o simplemente en las cabezas de los artistas. “Nos ha tocado asumir trabajos muy interesantes, desde distintas perspectivas, y eso constituye un privilegio para nosotros como equipo, y personalmente para mí. En la restauración de obra destacan la Victoria de Talca, el Monumento Montt Varas, la Fuente de Meléndez del Palacio de la Moneda, y por supuesto, el Monumento a Baquedano, las esculturas del Congreso Nacional de Santiago, la escultura de Rebeca Matte que está en el frontis del Museo de Bellas Artes. En lo que respecta a fundición, los monumentos a los Presidentes Alessandri Rodríguez (obra de Francisca Cerda) y Patricio Aylwin (obra de Cristián Meza), pero debo incluir todo el cuerpo de obra de Mario Irarrázabal, que funde sus esculturas con nosotros desde 1987, o la fundición de una gran cantidad de obras de Tótila Albert (cerca de 40), proyecto que por voluntad de su hija Luz permitió poner en valor su trabajo”, puntualiza Montes Rojas.

El taller, puede verse, sin exageraciones como un lugar patrimonial. Sin embargo, tratándose de dos artistas, no todo lo que se hace ahí es obra de terceros. Hay creación propia. El “Memorial de Villa Francia” construido en hormigón en 2008, y el Monumento al Dirigente Social de Pudahuel son ejemplos de la colaboración entre padre e hijo. Luis Montes Rojas, por otra parte, ha desarrollado en los últimos años una intensa labor artística. No es extraño que se nutra técnica y conceptualmente de lo que ha experimentado -desde niño- en el taller que comparte con su padre quien por años asistió a Juan Egenau, de quien guarda grandes recuerdos y parte de su archivo. Esa perspectiva, la del técnico, pero también la del estudioso, acompaña la reflexión de Montes Rojas -el hijo- cuyo oficio y comprensión del fenómeno escultórcio se nutre del taller. Lejos entonces de la idea de desmaterialización del arte o del concepto puro delegado a terceros “Muchas de mis reflexiones se originan en procesos materiales que acontecen en el taller, así como de investigaciones que son fundamento para el trabajo de restauración. Mi trabajo autoral es fruto de ese roce permanente con la obra de otros, con la búsqueda de soluciones creativas para problemas procedimentales, con la experimentación que nos ha llevado a establecer procesos y, por ende, mi obra es deudora del taller, sin lugar a dudas.”

La obra de Luis Montes Rojas, apunta tanto a las representaciones históricas -fundidas en bronce-como al alcance social del arte público, ese que campeó en las plazas de Chile a partir del centenario “Es lógico pensar en una crisis del monumento cuando se han derribado y cuestionado estatuas en Chile y otras partes del mundo, pero también es difícil dejar de pensar en los monumentos como hitos que recogen grandes historias cuando éstos han existido inmemorialmente: las grandes civilizaciones las conocemos por los vestigios que quedan, y que normalmente son monumentos escultóricos y arquitectónicos. Incluso hoy, cuando muchos monumentos han sido puestos en cuestión, parece no ser problema el dispositivo monumental, sino más bien su incapacidad de representar sensibilidades contemporáneas” apunta el artista, quien además de la docencia ha emprendido proyectos curatoriales de alcance disciplinar y crítico.

“Ese fue el núcleo de la curatoría Postescultura, donde junto a Roery Herrera construimos un espacio para invitarnos a pensar en las posibilidades a partir de esta crisis. Personalmente estoy de acuerdo por lo planteado por Cedar Lewisohn, curador del London’s Southbank Centre, cuando dice que es posible subvertir el género escultórico monumental encontrando nuevas formas de abordar la relación con el pasado, rescatando historias olvidadas que sean capaces de producir efectos profundos en el espectador. Desde mi perspectiva, y con una clara voluntad política, hay que escudriñar en las grietas de la historia para encontrar los ecos de las memorias que quedaron apenas escritas en los márgenes. Ese puede ser un futuro posible para el monumento y la escultura.”