
Pablo Santibáñez Servant (Montevideo,1972) vive en España hace casi dos décadas, y hace años no expone en Chile, tal vez aquello explique la poca familiaridad que el público tiene con su obra. Dueño de un oficio virtuoso y una particular figuración -realista a veces, surreal e inquietante otras tantas- este artista chileno, nacido en Uruguay, aún conserva su acento, aunque el español se cuele a ratos en su conversación. Su obra en cambio no parece tener una clara denominación de origen.
Generacionalmente hablando, es cercano a artistas como Iván Navarro o Catalina Mena, como ellos, estudió en la U.C de los primeros noventa. Como ellos, recibió una formación generalista, basada en un mix de teoría y técnica que debía facilitar el acceso de los estudiantes al misterioso y complejo mundo del arte. Una formación que resultaba muy mezquina para aquellos que querían pintar a la usanza de los viejos maestros. Contrariando el canon contemporáneo, su paso por la universidad le deparó más decepción que entusiasmo, y lo empujó a completar su formación en espacios locales y luego en Europa. Y aquí la figura de Guillermo Muñoz Vera, resulta providencial. En 1998 el reconocido pintor recorría talleres y quedó sorprendido con el talento de Santibáñez. Tras ires y venires a Europa, dejando catálogos hechos a mano en las galerías que mostraban interés por sus obras, Santibáñez logró instalarse el año 2002 en Chinchón junto a otros artistas, compartiendo taller y techo gracias al apoyo de Muñoz Vera.
Al cabo de un tiempo él mismo enseñaba en aquella academia y comenzaba a exponer y vender su obra en España, Europa, América y Estados Unidos.
Pasaste por la U.C de los noventas…
Tengo un buen recuerdo de lo que aprendí, porque es poco el comienzo, es no saber absolutamente nada, ni a pintar, ni a dibujar y ponerte con eso. Entonces, los cinco años que duró la carrera, convencido de que deseaba pintar, me hizo mirar aquellas cosas que la universidad daba como útiles para mi pintura, para mi formación. Pero también me pareció súper deficitaria, muy mala la calidad de la universidad en la formación de un artista, espantosa, vamos. Pero dentro de lo que había, de lo poco bueno que había, sí hubo clases que me ayudaron mucho a aprender cosas necesarias para el oficio.
De la Universidad Católica, que se orientaba hacia la formación de artistas contemporáneos -algo nunca explícito- a una academia, la de Muñoz Vera en Chinchón, orientada a formar pintores realistas. ¿Cómo fue aquello?
El 2002 me vine aquí a España a estudiar con Guillermo. Él estuvo en el 98 dándose una vuelta por los talleres en Chile. Ahí me conoció, yo lo conocí, le gustó mi trabajo y me ofreció una beca para ir a estudiar allá. Y una beca que consistía únicamente en los papeles, muy importante, y techo, un alojamiento (él tiene unos departamentos muy bonitos donde nos alojábamos) y las clases, taller. El 98 yo no podía, no tenía cómo irme, el año 2000 fui a Europa y pasé a la academia a conocerla, me encantó, y ya había varios chilenos que en el año 98 habían estado también en esta instancia de conversaciones con Guillermo. Ya se habían ido a Chile bastantes, unos 5 o 6. Entonces, con la idea de irme a estudiar a esta academia que me pareció espectacular -me encantó el pueblo, me encantó España, me encantó todo-, volví a Chile y junté dinero hasta el 2002; que pude irme con cierto colchón para estar un año al menos en la academia, y fantástico, la experiencia fue muy buena. Rápidamente Guillermo me ofreció dar clases, con lo cual ya tenía un pequeño sueldo, estuve muy pocos meses en estos departamentos y rápidamente me alquilé yo mi propia casa y me puse a pintar fuera de la academia también, porque yo soy muy solitario en ese sentido, me gusta estar solo para pintar. Entonces me fui, pero vinculado a la fundación todo el rato porque daba clases en la academia.
Formación y camino profesional entonces, nada mal…
Fue una oportunidad de lujo que me abrió las puertas no solo a aprender de Guillermo, sino a poder vivir de la pintura rápidamente. En Chile yo había vendido, había ganado concursos, premios, bastante cosas hice en el poco tiempo que estuve allí después de la universidad. Contacté con Cecilia Miquel y luego con Denisse Ratinov quienes me introdujeron en el mundo de las subastas de Sotheby’s. Y todo eso fue maravilloso, vamos, para alguien tan joven todas esas oportunidades: irme a estudiar a España, vivir un poco del arte. En esa época el realismo más clásico todavía funcionaba muy bien en Madrid y en Europa en general. Había mucho más realismo, más clásico, más tradicional, bodegones, figura humana, pero todo desde una perspectiva muy tradicional. Y claro, eso nos permitía vender, exponer, fantástico, fue genial. Pero los años van pasando y las tendencias cambian y con eso también hay que adaptarse. Lo cual es bueno para un artista porque te abre a otras formas. Y menos mal que a mí me gusta eso, ir cambiando, probando, aunque siempre dentro de la figuración.
Hoy día el academicismo ha ganado mucho espacio, y muchos artistas jóvenes lo practican. Guillermo Lorca, es uno de los casos más espectaculares en esa línea. ¿Adhieres al neo academicismo que se ve hoy?
La respuesta es negativa por dos motivos. No adhiero a esa tendencia que hay de que luego todos salen pintando más o menos igual. Pero también la carencia de creatividad, que ya no es culpa de las academias, es culpa de los pintores, hace que luego solamente sigan haciendo un poco lo mismo, y se repiten, y se repiten…
Es cierto, los resultados son técnicamente impecables, pero parecen pintados por el mismo artista, y me sorprende además que regresen con tanta devoción a manuales y conceptos tan anticuados
Defienden a muerte, lo clásico como si tuviéramos que pintar la misma temática que en el siglo XIX, un poco dogmático, hay mucho de eso, incluso el mismo Antonio López -yo tuve clases con él- es dogmático a morir, no aprendí nada en sus clases y lo adoraban como “venga vamos a escucharlo al viejito”, pero el viejito no enseña nada, lo único que te deja es que si pintas y estás en Madrid, pintas Madrid; si estás en La Mancha, pintas La Mancha, todo tiene que ser del natural y mentiras, porque él también usa la fotografía y en eso es un poco hipócrita, pintó el retrato de los reyes con fotografía. Y todo eso va en contra de la realidad. A él le tocó la suerte y le funcionó su cuento y vive un poco de ese cuento. Pero no lo puedes andar pregonando como si fuera la verdad, porque no es la verdad.
¿Y cuál es entonces?
El mundo actual exige al pintor sacar mucha obra, la más que pueda. Le pide al pintor que sea versátil, que, si no puede ir a la Antártida a pintar los pingüinos, coño, que use una foto, no pasa nada.
En algún momento tú también fuiste un joven pintor, formado en la academia, y en tus obras -pienso en los primeros 2000- había de un lado alusiones muy claras al universo realista de artistas como Bravo y Muñoz Vera, junto a un simbolismo cargado de referencias tecnológicas
Sí, era una alusión a la fotografía, a todo ese juego de trampantojo, no solo visual sino simbólico, y también de la evolución de esas imágenes a mi presente donde hay mucho simbolismo. Efectivamente siempre me han gustado los elementos que para mí tienen cierta carga visual, estética y también cierta simbología personal y también universal, eso es algo con lo que los realistas podemos y debemos jugar porque hacemos esas cosas, hacemos cosas que se ven y que a diferencia del arte abstracto que tú interpretas de una manera súper subjetiva porque no estás viendo nada concreto, no estás leyendo nada que te esté evidentemente haciendo referencia a algo. Son más sensaciones del color, del trazo, de la composición, de la materia. En el realismo la lectura es mucho más clara, o sea, o se lee o no se lee. Por eso yo trabajo mucho el simbolismo y el surrealismo, quizás, como poesía. Mezclando objetos que para mí significan algo y tienen simbolismo, con otros objetos que quizás no tengan que ver con la situación, pero que funcionan.
En ocasiones tus cuadros más recientes parecen herederos del collage. Elementos dispares organizados de modo onírico…
Muy surrealista, uno tiende como realista -que es de donde uno viene- a transformarlo todo en una escena dentro de una atmósfera, como de un espacio con lógica, donde hay un primer plano, un segundo plano, un fondo, una luz en la misma dirección a todas las cosas. Estoy buscando romper con eso para ampliar el espectro de sensaciones y el pop, por decir algo, el pop en general o el arte abstracto o el arte más gráfico, la gráfica, el diseño, tiene eso que me atrae mucho, siempre me atrajo mucho el mundo de la gráfica, entonces quiero explorar por ahí.
Pero una constante, más allá de si organizas la imagen de un modo más convencional o no, es que eliges y organizas objetos con una voluntad simbólica muy personal…
Te lo voy a resumir. Yo creo que son cosas que vienen de fábrica. A mí siempre me gustó el surrealismo, la historia, la belleza de la historia, de los objetos creados a través de la historia. Y yo, en cierta forma, y mi pintura en general, son citas a todo eso que a mí me gusta o que me provoca emoción. Y suele ser, o estar relacionado, con otras obras de arte o con cosas que uno ve en la vida, pero siempre conjugadas con esas citas al arte. Y desde aquella época que lo hago, no tiene que ver con la formación artística. Tiene que ver más con el ADN de uno.
Parte de ese ADN, parece incluir la representación de la mujer como una constante
A mí me gusta mucho pintar la figura humana femenina, porque la encuentro más bella que la masculina. Me inspira más, encuentro las formas más bellas, me gusta más estéticamente. Me gusta mucho la historia del arte y su simbología, trato de crear citas y símbolos, mezclando distintas imágenes, distintos conceptos, y siempre hay por ahí alguna mujer, ¿no? Porque creo que la figura humana contiene mucha psicología, mucha belleza y mucho simbolismo. El simbolismo lo crea la mujer, se crea en la mujer, a través de la historia del arte: las venus prehistóricas, las venus precolombinas de Valdivia (de la cultura Valdivia) las mujeres chamanas de las culturas precolombinas, las diosas griegas, las medusas griegas, romanas, siempre se le ha connotado a la mujer con un grado de divinidad y simbolismo y por eso está retratada en el arte.
Y siempre realista, ¿no te dan ganas de probar otros lenguajes?
A mí me hubiera encantado tener otra vida para probar ser bien abstracto, para probar ser escultor, para probar ser artesano, para probar ser grabador, pero la vida es corta, el arte es lento, sobre todo el que yo elegí que es el realismo, entonces es el que me gusta por suerte, pero también me aburro de mí mismo y trato de agregarle cosas nuevas lo más que pueda, de hecho siempre voy mirando para atrás mi obra y no sé si le pasará a todos, pero rescato muy poquito de lo que he hecho, todo es una búsqueda.