Directa y clara en la forma de abordar su obra, Isidora Villarino, produce -en cambio- piezas en las que el misterio y el silencio se imponen. Casas abandonadas o en proceso de demolición, pero también entrañables lugares de su propia biografía, le han servido a esta artista, formada en la U.C, para realizar una obra que transita -en partes iguales- por el dibujo, la pintura y la fotografía. Reconocida por su oficio, y la sorprendente forma en que construye interiores y fachadas, ha demostrado un sólido rigor a la hora de abordar los espacios exhibitivos. Su intervención en la antigua capilla del Centro Cultural Montecarmelo, representa un salto en la escala y el alcance de sus ideas.
Pese al aura onírica que pueden ostentar sus imágenes, jamás cede a la tentación de la fantasía. Al contrario, un realismo, que se antoja melancólico, a ratos críticos, aflora en sus imágenes y en sus reflexiones…
Inmanencia, elegida mejor exposición del año por el Círculo de Críticos de Arte, parece resumir muchas de tus preocupaciones. La abstracción del espacio, los velos, la arquitectura y su memoria, pero, sobre todo -es mi lectura- un intento por materializar la percepción sensorial de los lugares…
Tal cual. La obra buscó ser un dibujo 3D y transmitir todas esas preocupaciones e inquietudes que mantiene latente mi trabajo. Independiente de cómo presente una obra, sea instalación o dibujo, mi intención es que siempre tenga un hilo conductor y un sello. Fue lindo ver que eso se transmitía al espectador. Me llegaron muchos mensajes que decían ‘esta obra es poder entrar a uno de tus dibujos`. Ahí, me decía a mí misma `misión cumplida`.
Inmanencia, como bien dices, intentó materializar la percepción sensorial de la capilla en sí. Nació a partir de la idea de los recuerdos como presencias invisibles, en este caso, en un espacio destinado a monjas de claustro. Así, por medio de una instalación site specific al interior de la capilla, la intención fue mantener viva la esencia del lugar, resguardando la identidad y memoria del espacio expositivo, haciéndolo propio y a la vez, reflexionando sobre la manera en que vamos construyendo historia sobre historia hasta relegarla al olvido.
Algo de nostalgia ahí ¿no? En tu obra, de manera muy sutil, aparece una sensación permanente de pérdida
A través del dibujo y la instalación, me he mantenido explorando esos recovecos de la memoria, una que va de lo ruinoso a lo luminoso, refiriéndose a vestigios de otro tiempo que tensionan el presente. En mis obras, esa tensión aparece representada de distintas maneras: en pedazos de casas, arquitecturas o espacios que con el paso del tiempo han dejado de ser lo que eran o han sufrido transformaciones por necesidad u obligación; imágenes traslúcidas que pretenden entrever lo que era y lo que es, o juegos de luces y sombras que buscan reflejar y hacer permanente una presencia que siempre está propensa a desparecer.
Inmanencia, el nombre de la exposición, refiere a esos momentos, cosas o recuerdos que surgen de lo más profundo y que custodiamos con recelo, los cuáles adquieren un estatus singular, trascienden el espacio y el tiempo, vuelven a nosotros o nosotros a ellos en momentos específicos, ya sea porque se activan o porque los activamos.
De ahí, que decido replicar la nave central de la capilla proponiendo crear mi propia capilla en la capilla, imposibilitando el acceso del espectador a otro espacio que no sea esta nave; todo esto en función de reforzar la esencia y arquitectura del lugar. Sumado a esto, la presencia preponderante de la iluminación del espacio refiere a una manera de trabajar, en donde la luz es siempre un elemento primordial que guarda una estrecha relación con el concepto de lo efímero, parte esencial de mi trabajo de investigación artístico.
Pero no solo te conformaste con la presencia, potente por sí misma de la estructura arquitectónica, también sumaste música.
En esta oportunidad quise sumar sonido a la obra. Trabajé con un compositor y desarrollamos una pieza especial para ésta, relacionada al momento de construcción del lugar y el uso que éste tuvo a lo largo del tiempo. Me pareció coherente esta decisión, conforme a lo que quise transmitir con la obra y también un aporte en cuanto lo que busqué generar en el espectador.
Inmanencia fue el desafío más grande que he decidido emprender, siendo que ser artista en este país es ya un gran desafío a diario, así es que en ese sentido fue muy lindo recibir este reconocimiento. Fue y es un impulso grande para seguir pataleando en este camino inhóspito pero alucinante a la vez.
Tu forma de trabajar con el espacio, tanto en la representación, como en lo instalativo, se puede vincular con algunas tradiciones artísticas, pienso particularmente en el minimalismo y en artistas como Dan Graham o Do Hoh Su, ¿tienes referentes significativos?
Más que referentes propiamente tales, creo que mi trabajo refiere a fijaciones personales constantes, como la incidencia de la luz sobre un lugar, la composición de un espacio y como nos enfrentamos a ellos. También la identidad y memoria de una construcción, como también de los lugares que habitamos y/o recurrimos.
Considero que la arquitectura en sí tiene una carga estética enorme. Además ´habitar`, es lo que más hacemos a lo largo de nuestra vida; en ese sentido la arquitectura nos acompaña a diario, evoluciona en función a nuestras necesidades y conforme a ello, habla de un tiempo determinado, transmite una historia y una identidad, aspectos que busco rescatar en mi trabajo en función a un movimiento permanente de la ciudad que implica muchas veces destruir esa historia, esa identidad e incluso nuestra propia memoria en función a una ´cuestionable` idea de evolución. En mi trabajo, pongo de manifiesto una serie de factores: desde la vulnerabilidad de los espacios que habitamos al estar insertos en un círculo viciosos de demolición – construcción, hasta cuestionar el hecho de que pasado, presente y futuro tensen la relación identidad/memoria.
Y se trata de una arquitectura específica, los tuyos no son edificios idealizados, ni arquitecturas imaginarias. Describes espacios y lugares muy concretos, ¿tienes alguna preferencia?
Los lugares de trabajo siempre son escogidos en función al proyecto a realizar. Principalmente han sido distintos lugares de Providencia, Ñuñoa y Santiago. Lugares que más han mantenido su arquitectura e historia a lo largo del tiempo.
Se podría decir que, a partir de mi interés por la arquitectura, he ido trabajando en torno a fenómenos que van generándose en relación a ésta, como la demolición y/o construcción de un espacio y las consecuencias de estos cambios a nivel socio – cultural.
Hay también algo muy sensible en mi trabajo, en el sentido de intentar no olvidar de dónde venimos, nuestra historia y lo que nos ha traído hasta donde estamos hoy.
Para lo que haces, podrías haber escogido el medio fotográfico. Sin embargo optaste por una particular forma de dibujo, ¿cómo ha evolucionado tu técnica?
La evolución de mi manera de trabajar las obras ha sido un proceso de búsqueda relacionado a la manera en que mi trabajo represente de mejor manera lo que quiero transmitir. Esa mutación ha sido muy bonita y ha sido una especie de línea de tiempo de los distintos proyectos que he ido desarrollando, en donde uno me ha llevado a otro incansablemente y en ese sentido todos tienen una conexión importante.
Podría decir que mis dibujos son un golpe de realidad desde diferentes perspectivas, entre ellas la sutil relación con la muerte que está siempre latente en mi trabajo, generando una inquietud permanente en el espectador, estado que busco recalcar a través de mi técnica de trabajo en la que hago aparecer y desaparecer imágenes constantemente, mediante la superposición de capas de dibujos. En ese sentido, pareciera que cada imagen luchara entre el recuerdo y el olvido.
Omitiendo el color y la figura humana…
Las decisiones formales de mi trabajo tienen que ver con como abordo un tema, mis intereses y la manera en que quiero transmitir o cuestionar algo. La figura humana y el color son más bien una distracción frente a eso. El foco y la problemática -para mí- está en el espacio, la arquitectura, la incidencia de la luz, la composición de una imagen y la identidad de ésta.
Estamos comenzando el año, ¿Cómo se viene este 2024?
¡Movido! En dos semanas parto a Ciudad de México a mostrar mi trabajo a Zona Maco, junto a Espacio Andrea Brunson. Presento ´Fachada Continua`, un proyecto en el que he estado trabajando desde mediados del año pasado. Mostré una primera parte en SWAB Barcelona en octubre del año pasado y ahora presento 10 obras en las cuáles he estado trabajando hace meses. Quedé muy contenta con el resultado, así es que expectante a que México y su público queden contentos también.
A mediados de año estaré instalando el proyecto ´Patrimonio Intervenido` en el espacio público. Una instalación que realicé con las antiguas rejas del perímetro del Palacio Falabella (monumento nacional), las cuáles al ser retiradas quedaron como parte del monumento, pero en bodegas. Surgió la necesidad de darles un nuevo uso y exhibirlas; fue entonces cuando recibí la invitación a encargarme de ese proyecto. Armé una instalación especial con ellas y dicha obra quedará de manera permanente en un parque de Providencia. Estamos definiendo actualmente si Baquedano o Balmaceda.
También tengo una exposición individual en la galería Espacio Andrea Brunson, donde quisiera mostrar parte del proyecto ´Fachada Continua`, el que no he mostrado aquí y dar pie inicial a un nuevo proyecto que tengo en mente y que surge a partir de este último.