Cruces de campo, la recién inaugurada exposición de Galería NAC en el Centro Cultural GAM no solo resume los 10 años de trayectoria de la galería, es-sobre todo -una propuesta- en torno a los lenguajes y disciplinas que atraviesan las obras de los artistas, y por extensión al arte contemporáneo local, en torno a lo menos a dos grandes asuntos: las relaciones entre arte, ciencia y medio ambiente y la condición humana en un mundo como el de hoy, en que todo parece estar en crisis. No es un misterio, la actividad artística contemporánea está marcada por su carácter transdisciplinar. En simple, los artistas alimentan hoy sus obras de referencias amplísimas en las que cabe cualquier fuente de conocimiento.
Ciencias duras u ocultismo, sociología o psicología, tecnologías de punta o rudimentos técnicos primitivos. Los límites solo los impone el carácter de cada investigación, eso puede convertir el arte en un ejercicio apasionante y también arbitrario. Un todo vale en el que las brújulas del oficio, las disciplinas artísticas e incluso la articulación discursiva lógica, no siempre ayudan. Vitrina sorprendente o ritual para iniciados. En Cruces de Campo las obras transitan por todos esos polos. Eso sí, con una clara conciencia del lenguaje empleado, eso mantiene el interés, más allá de cuan consccientes seamos del discurso tras la obra. Unas más accesibles que otras, el conjunto, sin embargo, permite leer el guión trazado por cada uno de los tres curadores invitados: La muestra funciona así, como una propuesta coherente a partir de la nómina de una galería -NAC- que está próxima a cumplir una década de trabajo.
No es poco en un medio como el nuestro. Y el mérito no solo está en su supervivencia y visibilidad, quizás lo más significativo en el proyecto liderado por Nicole Andreu, ha sido la claridad con la que se instaló en escena -con una propuesta que privilegió las relaciones entre arte-ciudad y arquitectura, para derivar paulatinamente -a partir de la obra de sus propios artistas y de sus intereses- en un proyecto que tiene coherencia discursiva. Tal como ocurre en la muestra, es posible trazar un mapa de filiaciones entre los artistas y a partir de ellos articular varios discursos o relatos posibles. La propuesta del equipo curatorial contempla “Persona / Sociedad” a cargo de la curadora argentina Mercedes López, “Cambios de estado” por Tomás Fontecilla y finalmente el mexicano Diego Olmos quien está tras “Territorio”.
Desde luego la exhibición puede leerse a partir de las referencias y disposición de cada uno de los curadores, pero también a partir de las resonancias que generan las obras y hacer lecturas cruzadas. La exhibición ofrece- en el privilegiado marco del GAM y con una quizás excesivamente tenue y teatral iluminación- la posibilidad de leer no solo las particulares conexiones entre los asuntos abordados por los artistas: las relaciones entre naturaleza y tecnología, los avatares históricos, el conflicto medioambiental, los desafíos que enfrenta el ser humano en un medio atravesado por cambios sociales y tecnológicos. También, las posibilidades del lenguaje artístico. Pintura, escultura, video arte, gráfica, fotografía, aparecen como espacios de investigación en sí mismos. Los delirios narrativos de León y Cociña, que tejen la historia social y política de Chile con referencias ocultistas y surreales, dialogan de manera natural con las pinturas de Marcos Sánchez. Artistas que comparten el placer por el relato y la plástica al servicio del lenguaje audiovisual. Más joven y recién sumada al equipo, Javiera Gómez y sus referencias a los misticismos de toda época y geografía trabaja con la gráfica y los signos sin olvidar el despliegue espacial de su obra. Solo por nombrar a un puñado de artistas entre la veintena que integran esta interesante muestra.