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Astro, Claudia Müller

27 de julio de 2022

Por César Gabler

Escultura y observatorio, Astro puede ser un equivalente contemporáneo de Stonehenge, en el parque Mapuhue. Como aquel monumento megalítico, Astro tiene de protagonistas al sol y las piedras. “La obra se compone principalmente de cuatro rocas graníticas y basálticas inscritas en la figura de un gran analema, es una superficie de hormigón que en su conjunto, permite identificar el recorrido del sol, indicando las estaciones (a partir de la sombra de las rocas se pueden reconocer solsticios y equinoccios), la aparición del cometa Halley en el año 2061 y el próximo eclipse de sol el año 2064  que podrá ser visto desde la zona central de Chile”, señala la artista en su sitio web, en el que esta obra, ocupa un lugar destacado. Y es que Claudia Müller ha dedicado los últimos años de su carrera a tratar de comprender y traducir los fenómenos naturales, a través de un lenguaje artístico que combina -con naturalidad y fluidez- la investigación multidisciplinaria, con las artes visuales.

Astro -es sin duda- su obra más compleja a la fecha y requirió de un grupo de expertos para darle  su forma definitiva “En la etapa inicial del proyecto me acompañó Matías Labbé, artista visual. Con él revisamos y acotamos una propuesta inicial que estuviera dentro del presupuesto y que fuera coherente con el carácter de mi trabajo, en conjunto con la dimensión interactiva que proponía Parquemet. Desde un inicio estuvo la idea de un tablero de juego en base a la astronomía, donde el movimiento, los satélites y los cometas fueran las personas recorriendo la explanada”. La construcción de la obra requería de una particular experticia técnica. “Así fue como llamé a HÄC Arquitectura. A Constanza Cuevas y Bryan Härting los conocía hace ya varios años y recordaba su trabajo en moldaje de hormigón, con ellos logramos ajustar el proyecto, solucionar accesos, y desarrollar la investigación en base al anatema (el recorrido del sol cada día del año desde un mismo lugar), los calces de sombra en unos segregados de hormigón según solsticios y equinoccios”. Como asesor astronómico estuvo el especialista Gaspar Galaz, hijo del escultor del mismo nombre, quien además, se puede ver en el sitio web de Müller, explicando algunos de los fenómenos astronómicos que aborda la obra. Junto al mismo equipo , la artista se encuentra proyectando una obra de características similares en el aeropuerto de Santiago.

fotografías por Jose Vielva

@josevielva

  • TítuloAstro
  • Fecha2021
  • UbicaciónParque Mapuhue, Santiago

Se trata entonces, de un trabajo pensado colaborativamente y en relación directa con el entorno; salvo las rocas, que hicieron un largo viaje desde Tinguiririca, los elementos esenciales de la obra, previenen del mismo lugar del emplazamiento. “Astro”, no es un objeto proyectado y construido en un taller para luego ocupar un lugar más o menos decorativo en su destino definitivo, algo usual en muchas esculturas al aire libre. Se trata, por el contrario, de un proyecto directamente vinculado con su emplazamientoLa obra surgió por un encargo directo por parte de la Fundación Nemesio Antúnez. Eligieron a cuatro mujeres, una para cada parque de la Región Metropolitana, los cuales pertenecen a “Parquemet”. A mí me asignaron el Parque Mapuhue , en la Pintana, es un parque hermoso con árboles muy antiguos. Al visitarlo y recorrerlo encontré un lugar muy interesante, el estanque de agua, el cual utilizan para regar y lanzar chorros en verano. Me interesó esta plataforma circular (16 m. de diámetro) que ocultaba una buena cantidad de litros en su interior y proviene del Zanjón de la Aguada. Cuando me dieron el encargo siempre imaginé jugar con las escalas, los astros, las sombras, el recorrido de las personas. Desde ahí surgió hacer un observatorio solar en conjunto con un juego de agua, el cual funcione en ambas estaciones”.

La obra -entonces- va mucho más allá de la escultura, entendida como un objeto de pura contemplación. Hay desde su génesis una noción arquitectónica, que plantea la obra tanto como un lugar -pensado para el parque- como para las personas, que dejan el rol pasivo o puramente contemplativo (ojo, ver es actuar) para convertirse en ocupantes de la obra, entendida como un ámbito de uso múltiple. Se abre así a públicos de intereses y miradas distintas: niños y adultos; amantes del arte, observadores casuales, familias en plan recreacional. Y también, algo que vuelve muy original al conjunto, a gente con curiosidad científica. Porque se trata, insistamos en ello, de un observatorio astronómico, sin telescopio, pero con cuatro rocas, cuyas sombras señalan fenómenos clave. Ellas y el elemento acuático, convierten a la obra en una experiencia para todos los sentidos. “Al abrir las llaves de agua, para activar los chorros, se forma un arcoíris. Todos estos elementos, las piedras, el agua, el arcoíris son propios del mundo que habitamos, de la naturaleza. Como artistas hacemos combinaciones para contemplar estos elementos en otros espacios – tiempos. Esto lo hacían las personas más antiguas de este planeta, buscando respuestas astronómicas y/o espirituales”.